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Mientras se prepara para trabajar en el lobo, la nueva tira de pol-ka que se emitirá por el trece en horario central, el actor recuerda sus primeros años de carrera y su reciente experiencia en la pantalla grande. “trabajo para que el otro pueda disfrutar de lo que hago. Me gusta contar cuentos”, dice.

TEXTO MARU DROZD
FOTOS VICTORIA EGURZA

“No puedo vivir sin actuar. Enloquecería si no trabajara”, dice Adrián Navarro con su voz ronca, un hablar pausado y una calma que invita a la escucha. Tal vez se deba a que, a los 42 años, está donde quiere estar y hace lo que siempre quiso hacer. Lograr eso, en el difícil mundo del espectáculo, no es poco.
Navarro se define, ante todo, como un laburante, y dice que, para él, la actuación es estar conectado con la vida. Lejos de cualquier pretensión al que la popularidad puede habilitar, el actor se ocupa de aclarar qué es lo más importante para él. “A mí me gusta trabajar”, dice. Seguramente allí yace la clave de su éxito.
Trabajó en teatro, televisión y en cine, donde interpretó a Juan Duarte en “Ay, Juancito”, de Héctor Olivera, trabajo por el que ganó el premio Cóndor de Plata como revelación masculina y al mejor actor en el festival de cine de El Cairo. También se lo pudo ver en Ciudad en celo, Solos, El amor y la ciudad y Medianeras, entre otros films. En teatro, se destacó en La pecera, Historias exageradas, Somos así, La parte y Jardín de otoño. Por último, en televisión, se lo pudo ver en Buenos vecinos, Yago, Son amores, Culpable de este amor, Doble vida, Montecristo, Vidas robadas, Cuentos de Fontanarrosa, Herencia de amor y Secretos de amor, entre otros programas.
Además de encarnar a uno de los protagonistas de El lobo, que se estrenará próximamente por El Trece, participó en los unitarios Maltratadas e Historias de la primera vez. Poco tiempo atrás, también se lo pudo ver en la pantalla grande, con La patria equivocada, una película de Carlos Galettini que ganó el premio del Bicentenario. “El film cuenta parte de la historia de la Guerra de la Triple Alianza, la batalla de Curupaytí y el fusilamiento de los soldados Patricios. De ahí surge el nombre de la película; fue un error y un horror lo que se hizo en aquella guerra contra Paraguay. Es un modo de volver a la historia, que siempre debería estar presente”, cuenta.

En La patria equivocada, tuviste un triple desafío con tu personaje…
Sí. Mi personaje se llama Federico López, es un teniente del ejército que hace trabajos por encargo y al que le piden que salga a buscar desertores. Tiene una relación con el personaje que interpreta Juana Viale en dos momentos. En la historia, mi personaje aparece en tres momentos: uno a los 27 años, otro cuando tiene 40 y el último a los 60. En estos dos últimos momentos se encuentra con el personaje de Juana. El teniente López es el encargado de traer a un desertor llamado Clorindo, que es el padre de Juana. Y como ella ve cuando entregan a su padre, jura venganza. A lo largo del tiempo, hace la mejor cacería que puede hacer un cazador y, después de 20 años, consigue la presa que estaba buscando. Además, participan Esteban Pérez, Elio Marchi y Juani Bianco entre muchos otros. Es una historia de amor y venganza, una adaptación del libro de Dalmiro Sáenz, que transcurre entre 1806 y 1898, y se filmó en San Luis y Córdoba.

¿Cómo elaboraste tu personaje?
Obviamente, primero hable con el director. Después fui dejándome llevar por la imaginación. Como interpretó un personaje que vive tres momentos distintos en casi 100 años de historia, fue un gran desafío para mí. Sobre todo, interpretar al hombre de 60 años, porque es una edad que todavía no viví. Así que fue un desafío importante, interesante, inquietante.

¿Te sentís más cómodo haciendo teatro, televisión o cine?
Básicamente, me gusta trabajar. Puedo trabajar en cualquier área, ya sea en televisión como en teatro o en cine. Me divierte. Por supuesto, en cada espacio el trabajo se encara de una manera distinta. En teatro, uno comienza ensayando una pieza y, una vez que se estrena, empieza y termina la obra. Tenés contacto con el público, que te genera una adrenalina muy particular. El texto siempre es el mismo, pero uno va buscando la manera de experimentar y explorar cosas nuevas dentro de la misma pieza. Por otro lado, la tele es un ejercicio necesario porque te da un muy buen entrenamiento y una agilidad que tal vez no ofrecen el cine ni el teatro. Y permite que más gente conozca tu trabajo, te da popularidad. La tele es el aquí y ahora. Por último, en cine, tenés la posibilidad de empezar filmando la última escena y después pasar a la mitad del libro, o al principio. El trabajo terminado uno lo ve recién después de dos o tres años, cuando se estrena la película. Los procesos son diferentes.

¿Qué opinás de la actualidad de la televisión argentina?
La verdad es que no miro mucha tele. Veo cosas puntuales. Por ejemplo, ahora estoy viendo los unitarios impulsados por el INCAA, pero no soy un teleadicto ni estoy muy atento a lo que pasa en el medio. En la actualidad hay muchísimas más ficciones que hace unos años, sin ninguna duda. Eso me parece genial. Creo que el apoyo del INCAA a las producciones locales es un acierto porque genera mucho trabajo. Hoy ya no es fácil conseguir un técnico porque están todos muy ocupados. Me parece que estas iniciativas hacen bien a la salud del medio, al bolsillo, a todo.

¿Y el cine nacional?
Me gusta mucho ver cine argentino. Por suerte, se hacen muchas películas. También hay bastantes producciones que se hacen a pulmón porque los presupuestos no son muy altos. La verdad es que hacen magia acá, no solamente cine.

¿Hay algo que aún no hayas hecho como actor y que te gustaría hacer?
La verdad es que no pienso en eso. Los trabajos se van presentando y uno puede aceptar algunos y rechazar otros. En principio, me tiene que gustar el personaje que me proponen. Me enamoro de los personajes y eso es importante para mí. Me gusta conocer al personaje ver cómo lo puedo desarrollar.

¿Y hay algo que no harías?
No, haría todo. Me gusta laburar. No soy muy obediente en el sentido de que, una vez que leo el libro, hago una propuesta propia respecto del personaje. Obviamente, siempre construyo el papel con el director, pero tengo una posición ante el personaje una vez que lo empiezo a trabajar a nivel intelectual. Y, después, las cuestiones intelectuales quedan a un costado y cobra importancia el inconsciente. Entonces, dejo que todo fluya.

¿Cómo llegaste a la actuación?
Empecé a estudiar teatro cuando era muy chico, a los 14 años, con Horacio Ranieri. Después seguí con Beatriz Matar. En ese momento sentí la necesidad de profesionalizarme, de dedicarle muchas horas al trabajo, al estudio. Después continué formándome con Agustín Alezzo. Ellos me dieron todo.

¿Siempre estuviste tan convencido de que te ibas a dedicar a esto?
En realidad, estudié arquitectura, que era la profesión que me gustaba mucho cuando era chico. Finalmente, un día, empecé a buscar con quién estudiar teatro. Siempre quise ser actor, desde chiquito. No tenía un incentivo en mi casa o grandes referentes a quien seguir. Lo único que tenía era mi interés, la necesidad de expresarme de alguna manera. Sentía que tenía cosas para contar. Tanto Beatriz como Agustín, mis maestros, me ayudaron mucho a recorrer el camino del actor. Me daban cartas de recomendación, me abrieron el camino. Yo también pedía. Tenía la necesidad de vivir de esto, de trabajar. De todas maneras, me llevó bastante tiempo lograrlo. De hecho, empecé a vivir de la profesión a los 33 años. Antes era un busca. Trabajé de mozo, fui taxista, vendedor…

¿Recordás tu primer trabajo como actor?
Sí, y tengo un pésimo recuerdo [risas]. Fue un trabajo que hice en Sin condena, en canal 9. No la pasé nada bien, estaba muy nervioso. Me acuerdo que interpretaba a un personaje que se llamaba Luis. Me llamaron, me dieron el libro y me dijeron que vuelva al día siguiente, que íbamos a hacer un ensayo. Cuando me fui, empecé a hojear el libreto y ví que Luis estaba en todos lados. Entonces volví y pregunté cuál era mi personaje porque me parecía que se habían equivocado [risas]. La respuesta fue: “¡Luis! ¿No ves que está escrito ahí?”. Yo había ido a buscar un bolo y, al final, era uno de los tres protagonistas del programa. Me fui de ahí con unos nervios tremendos. Esa fue mi primera experiencia televisiva. Tenía mucha letra y la verdad es que la pasaba mal. Me molestaban las luces y andaba con los ojos medio cerrados [risas]. Después, estuve mucho tiempo sin hacer nada. Como no la había pasado bien, no tenía ganas de hacer otra cosa así. Después de varios años, con el tiempo, empecé otra vez. Sentía que el camino que tenía que recorrer pasaba por ahí, por la tele. Sobre todo, para poder empezar a vivir de la profesión, a morfar.

¿Sentís que tu carrera tuvo algún momento bisagra?
Hice mucho teatro, muchas obras con grupos de amigos, en sótanos. Incluso, en sótanos debajo de sótanos [risas]. Un trabajo que me marcó mucho fue una obra que se llama La pecera. Con esa obra me fui a España y, cuando volví, hice un casting para Ay, Juancito. En ese momento cambió un poco mi rumbo. Empecé a trabajar mucho, a vivir de la profesión y a sentirme actor. En televisión sucedió lo mismo. Hice muchísimos bolos hasta que, en un momento, decidí no hacerlo más. Me aburría, sentía que no iba a ningún lado, que estaba trabado. No quería más. Quería interpretar un personaje. Y la verdad es que pensé que nunca más en la vida me iban a llamar para trabajar, por la postura que había tomado. Finalmente, un día me llamaron para hacer un personaje en una telenovela. Creo que fue en Yago, donde interpretaba a un cura.

¿Cómo te llevás con la popularidad que te da la televisión?
Me llevo muy bien, no tengo demasiado rollo con eso. Creo que es parte de lo que uno hace. Uno trabaja para que la gente lo vea, no solamente para uno. Trabajo para que el otro pueda disfrutar de lo que hago. Me gusta contar cuentos. Me parece que eso es lo que soy: un contador de cuentos.

¿Hacés algún tipo de entrenamiento?
Cuando tengo un impasse de trabajo, me dedico un poco a la voz y la respiración.
Por suerte, encontré la manera de mantenerme ocupado todo el tiempo, escribiendo o leyendo mucho, buscando piezas de teatro para hacer. Podría considerarse trabajo no remunerado, pero me gusta la autogestión. Siempre estoy trabajando. Dentro de unos años, me gustaría dirigir alguna obra. Me apasiona la totalidad del trabajo, poder mirar el todo de una película.

¿En qué cosas te fijás a la hora de trabajar?
Siempre es importante tener buenos compañeros. Las cosas no se pueden hacer solo. Uno tiene que estar rodeado de un grupo de gente que tire del carro con la misma fuerza. Cuando es así, las cosas funcionan. Si no, a mitad de camino se sale una rueda o se rompe una soga; siempre sucede lo mismo. Sin embargo, cuando todos tiran con la misma fuerza para el mismo lado, se llega a un buen puerto.

Qué proyectos tenés para este año?
Participé de la miniserie La defensora de Alberto Lecchi, producida por Héctor Olivera. Y voy a formar parte de la nueva ficción de Pol-Ka, El lobo. El programa va a estar protagonizado por Gonzalo Heredia y Vanesa González. También van a estar Osvaldo Laport, Luisana Lopilato, Esteban Pérez, Laura Azcurra, Esteban Meloni, Viviana Saccone, Mónica Galán, Peto Menahem, Marcelo de Bellis y Luis Machín.

Fuente: 
revistag7.com
ENTREVISTAS /  Después de un año a puro cine, y mientras se prepara para volver a la TV, el actor Adrián Navarro cuenta cómo cambió su relación con la gente y habla de su mote de "galán tardío".
Por Melisa Miranda Castro 

Desde aquel Luna Park en el final de "Montecristo" en el que las chicas gritaban por él, casi más que por Pablo Echarri, desde aquel villano que por más mafioso que fuera seducía a todas en "Vidas robadas", Adrián Navarro ha pasado por una variedad muy amplia de personajes, y aunque en diciembre empezará a grabar en Pol-ka un unitario con Gonzalo Heredia y Celeste Cid, las vacaciones de la pantalla chica le dieron la posibilidad de experimentar otras facetas de su carrera, como, por ejemplo, el cine. Si bien, sus comienzos fueron en teatro y en la pantalla grande (con "Ay, Juancito"), su popularidad llegó en las tiras televisivas. En este paréntesis de casi un año, estuvo prácticamente dedicado al séptimo arte. 

"Este parate me vino bárbaro, para mí y para la gente. Fue decididamente buscado, necesité tomarme un tiempo de la pantalla para poder volver. Quiero que esta profesión sea larga para mí, no me quiero agotar, necesito tiempo para hacer otras cosas", reconoce Navarro. Estos meses le sirvieron para escribir el guión de una comedia para cine, con la idea de poder dirigirla; también estuvo rodando Los secretos de Lucía, y disfrutar del estreno de La patria equivocada, que protagoniza junto con Juana Viale y que se estrenó el 27 de octubre. En esta superproducción épica, que abarca casi por completo el siglo XIX y se enmarca en los contextos históricos de esa época en la Argentina, interpreta al teniente Federico López y lo hace en tres etapas de su vida: en sus 20, en sus 40 y en sus 60. 

–¿Este personaje tuvo una preparación especial, por ser del siglo XIX? 

–Trabajé mucho con Galettini, el director. Al principio me costaba imaginarme como un tipo de 60 años, imaginarlo en el cuerpo. No así un tipo de 25 ni de 40, porque tuve esas edades, entonces era más cercano. Pero interpretar a un tipo de 60 y algo, al principio lo dudé. Después Galettini me hizo ganar confianza y me decía: "el personaje lo tenés que hacer vos". Yo, al principio, había propuesto que lo hiciera un actor mayor y el director dijo que no, que me había llamado a mí porque sabía que yo lo podía hacer. Entonces empecé a jugar con eso y la producción me brindó mucha confianza. Era un desafío para mí. 

–¿Le cuesta imaginarse a los 60? 

–Después de la película no tanto. Pero no pienso en un futuro muy lejano, sí en los objetivos que son lejanos, pero no me imagino yo de viejo. 

–¿Le gustó hacer una película de época? 

–A mí, particularmente, me encanta porque, justamente, es recrear una época ya lejana y empieza a jugar la imaginación, lo que uno piensa que fue eso. Me interesa contar películas que tienen que ver con la historia, primero porque me llevan a leer historia que solamente lo hago cuando tengo que hacer un personaje, sino la literatura para mí tiene que ver con lo actoral. Segundo porque es fantástico estar con el vestuario de un soldado de época y porque las locaciones que se usaron fueron increíbles. Se armó un fortín con casas de barro especialmente para la película. 

–La historia se hizo en San Luis y Córdoba. ¿Cómo fue la experiencia de rodar en el interior? 

–Es alucinante porque hay una mezcla entre vacaciones y trabajo, porque llegás después de trabajar y estás en un lugar que no es tu casa. Empezás a actuar que sos un turista; en particular, me gusta actuar todo el tiempo y hacer el personaje del turista y disfruto de los lugares sin que me estén filmando. La gente es muy afectuosa, muy cálida, se acerca, te acompaña, te van a ver todos los días. 

–¿Le gusta hacer personajes de la vida real? 

–Me encanta hacer personajes reales, tienen otra fuerza, otra vida, estás interpretando algo que realmente pasó. Yo soy un actor, me dan un libro e interpreto el libro, no siempre coincido ideológicamente con los personajes, interpretaría a cualquier personaje nefasto de la historia argentina. 

–¿Hay algún personaje verídico que quisiera interpretar? 

–Ya estoy un poco grande para eso, pero me gustaría hacer la vida de Miguel Abuelo. Era muy jovencito, pero es un personaje muy interesante. 

– Su fama le llegó con la madurez. ¿Le molesta que lo nombren como "el galán tardío"? 

–No sabía que me decían así, pero afortunadamente me tocó a esta edad, porque las cosas, a mí, a lo largo de la vida, me fueron llegando cuando me tenían que llegar. Si esto me hubiese pasado antes, no sé qué hubiera pasado por mi cabeza. Hoy sé quién soy, de dónde vengo y a dónde voy. El tiempo me hizo madurar y me sirve para seguir adelante con la profesión. 

–¿La exposición que le dio la tele lo obligó a cambiar? 

–No. En el momento de trabajo sí, porque es intenso. Pero con respecto a mi personalidad, para nada. Lo que sí te modifica es que en la calle la gente te empieza a reconocer, cosa que antes no me pasaba porque hacía teatro. Esto de estar en la televisión hace que llegues a un lugar y te hagan un comentario. 

–¿Lo abrumó esto? 

–Hubo un momento en el que me resultaba fuerte hablar con gente que no conozco, después te vas acostumbrando y te das cuenta de que ellos creen que te conocen, por eso te miran. Cuando estás en una tira estás todos los días metido adentro de su casa. Entonces, cuando te ven, te saludan. Al principio no entendés si te conocen o si te saludan porque te ven en la tele. Cuando estuve en "Vidas robadas", por lo general, la gente no se acercaba tanto, tenían una especie de respeto, de miedito, pero nunca tuve un episodio desagradable. Lo que sí me pasaba es que las chicas me decían "raptame" o "hablame" o me pedían que diga un texto que habían escuchado en la novela. Yo ahí, saludaba y me iba. 

–¿Tiene algún proyecto para hacer teatro? 

–Estoy ensayando una obra, que son dos padres, uno primerizo y otro que ya tiene 9 hijos. Están en la sala de parto, esperando que lo llamen para presenciar el parto de su mujer. El texto es totalmente desopilante. Mi personaje está muy nervioso y se ahoga en un vaso con agua, cree que la solución está en un libro. 

–¿Usted fue un padre primerizo nervioso, leyó libros? 

–No. Estaba a la espera de algo desconocido. Me pone ansioso lo desconocido; no nervioso, como que ya quiero estar ahí. No leí libros, ser padre es vivir la vida, ir aprendiendo y los hijos te van enseñando, uno aprende de los hijos. Yo tengo un hijo de 11 años y tengo una hija de seis que es puro rockanroll, es una viuda negra, o se viste de negro o no se viste, tiene remeras de rock. El hermano es muy rocker también. 

Fotos: Alejandro Kaminetzky

Con Juana Viale, Adrián Navarro
Esteban Pérez, Juan Ignacio Bianco y Elio Marchi
Basada en la novela de Dalmiro Sáenz
ESTRENO 22 DE SEPTIEMBRE

Película ganadora del concurso del Bicentenario del INCAA

Una superproducción de época, filmada en escenarios naturales de San Luis y Córdoba, que refleja una historia de amor, venganza y coraje a través de los años.

Sinopsis:

Tras enamorarse del cabo Clorindo (Juan Ignacio Bianco), la niña Clarita (Juana Viale) abandona su buen posicionado hogar para dedicar su vida a su marido, desertor del ejército, y a sus ideales.

Luego de la muerte de su esposo, Clarita, embarazada, busca otro destino para su hijo. Los descendientes de esta familia irán recorriendo la historia de la construcción de la Argentina atravesada por el orgullo, la pasión desenfrenada y la venganza que finalmente Clara, nieta de Clarita (interpretada también por Juana Viale), elucubrará contra el teniente López (Adrián Navarro). Sus vidas están determinadas por sucesos históricos que tuvieron lugar entre 1807 y 1898.

Las dolorosas equivocaciones como el fusilamiento de los soldados patricios (héroes de las invasiones inglesas) por el “Motín de las Trenzas”, la batalla de Curupayty en la Guerra de la Triple Alianza o la Conquista del Desierto, constituyen el eje histórico que enmarca las vidas de los protagonistas de esta película. Ellos nos mostrarán el coraje, la barbarie del hombre de a caballo, la violencia sensual y estoica de las mujeres y los secretos lazos de la sangre, que convergen en la propuesta estética y poética del relato.

Duración: 105 minutos

Año de Producción: copia A abril 2011

Origen: Argentina

Formato: 35 mm, color


Ficha técnica:

• Dirección: Carlos Galettini

• Guión: Irene Ickowicz y Carlos Galettini / Basada en la novela de Dalmiro Sáenz

• Productor: Guillermo Schor-Landman

• Producción Ejecutiva: Martín Kazez

• Fotografía: Ricardo De Angelis

• Arte: Cecilia Figueredo

• Vestuario: Mariela Daga / Vestuario de Juana Viale: María Pryor

• Maquillaje: Jorge Turano

• Montaje: Pablo Mazzeo

• Sonido: Carlos Olmedo

• Música: José Luis Castiñeira De Dios

Elenco:

• Juana Viale ……………………………….Clara Aroca, Clarita

• Adrián Navarro ………………………..………Federico López

• Esteban Pérez ………………………………………….Requejo

• Juan Ignacio Bianco ……………………....Clorindo joven e hijo

• Elio Marchi …………………………..Clorindo Aroca (50 años)

• Sebastián Pajoni……………………………………….El Maestro

• Lelia Maria …………………..…………………………..Lucia

• Fernando Margenet......………………………………General Mitre

• Claudio Rissi………………………………………..Coronel Villegas

• Ricardo Bertone……………………………………....Padre Crespo

Productores: ASTRO FILMS S.R.L.

www.astrofilms.com.ar

Productores Asociados: San Luis Cine, INCAA

Distribuido por Aura Films

Sobre la producción

El lugar elegido para la filmación fueron las provincias de Córdoba y San Luis, cuyos paisajes se remontaban a la historia del 1800.

Las locaciones fueron elegidas por sus características de época, a las cuales se les aplicó un restyling para acondicionarlas a la trama del guión. Entre ellas se encuentran el Museo Jesuítico de la Estancia Jesús María, la Estancia Santa Catalina, la Estancia Caroya y la Casa de la Cultura de Alta Gracia (Córdoba), dejando a los campos puntanos para las batallas.

En San Luis se realizó la construcción de un fortín que incluía otras construcciones dentro, como ranchos con animales y tiendas de campaña para los soldados. En La Patria Equivocada se aprecian, además de nuestros paisajes nacionales en exteriores, grandes decorados interiores como el Teatro Rivera Indarte, entre los más destacados.

Se trata de una producción de grandes magnitudes que contó con un equipo de 60 personas, sumándose a éstos una cantidad de 30 extras por día aproximadamente, habiendo llegado a un máximo de 50 personas, cada una oriunda del lugar de filmación.

Para los enfrentamientos se utilizaron efectos especiales y armas originales del 1800 para recrear, de este modo, los hechos sucedidos en aquel entonces.

Esta película es un proyecto de la productora Astro Films en coproducción con el INCAA y San Luis Cine. Su guión fue elegido como uno de los ganadores del Concurso del Bicentenario organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), motivo por el cual este Instituto Nacional coparticipa en la producción del film.

Sobre el director

Carlos Galettini

Es guionista y director. Actualmente se desempeña como presidente de DAC (Directores Argentinos Cinematográficos). Su trayectoria cinematográfica consta de películas como “Ciudad del sol” con Jazmín Stuart, Nicolás Cabré y Darío Grandinetti entre otros; “Dibu 2, la venganza de Nasty” con Hugo Arana y Roberto Carnaghi; “Besos en la frente” con China Zorrilla y Leonardo Sbaraglia; “Policía corrupto” con Gerardo Romano, Ulises Dumont y Emilia Mazer; “Convivencia” con José Sacristán, Luis Brandoni y Bettiana Blum; “Tachero nocturno”; las cuatro películas de “Los Extermineitors”; “Charly, días de sangre” (telefilm); “Bañeros II, la playa loca”; “Las locuras del extraterrestre”; “Los pilotos más locos del mundo”; “Los matamonstruos en la mansión del terror”; “Los bañeros más locos del mundo”; “Seré cualquier cosa, pero te quiero”; “Los tigres de la memoria”; “Se acabó el curro”; “Los superagentes y la gran aventura del oro”; “Juan que reía”; entre tantas otras.

Sobre los actores (por orden alfabético)

Juan Ignacio Bianco

Como actor de teatro realizó un sin fin de obras, la más reciente "Paisaje después de la batalla" de Ariel Barchilón en Teatro Gral. San Martín. En televisión trabajó en "Soy Gitano", "Son amores" y las tiras juveniles "Casi Ángeles" y "Bella y Bestia". Además realizó la música original de las obras "Breve Historia de un Hombre común", "La Llanura" y "Body Art" de Sol R. Seoane. Como director teatral cuenta con "Breve Historia de un Hombre común" de la Compañía "Naranja&Verde" y "¿Quién Yo?" de Dalmiro Sáenz.

Elio Marchi

Es actor, autor y productor. Protagonizó varias películas de Alejandro Agresti entre ellas “El hombre que ganó la razón”, “El amor es una mujer gorda” y “Luba” (filmada en Holanda en idioma inglés). También filmó junto a Norma Aleandro y José Luis Alfonzo el docudrama “Monzón el 2do. Juicio” de Gabriel Arboz. Como productor trabaja desde 1994 en el Teatro Maipo. Como autor ha escrito varios guiones de ballet para Julio Bocca y su compañía Ballet Argentino (El hombre de la corbata roja – Adios Hermano Cruel - Felicitas) y ha colaborado en la creación de espectáculos musicales de Enrique Pinti, Eleonora Cassano, Jorge Lanata, Amelita Baltar, Marikena Monti y otros.

Adrián Navarro

Tiene más de 20 años de carrera en cine, teatro y televisión, en los que se destaca su actuación en cine en la película “Ay, Juancito” de Héctor Olivera, por la que recibió los premios Cóndor de Plata (2005) y Premio Clarín Espectáculos (2004) como Mejor Revelación Masculina, así como el de Mejor Actor (2004) en el Festival Internacional de Cine en El Cairo. En televisión se destacó en las novelas “Vidas Robadas” y “Montecristo”.

Sebastián Pajoni

En teatro realizó "Muerte de un viajante" junto a Alfredo Alcón, bajo la dirección de Rubén Szuchmacher; “Drácula, el musical" y "El jorobado de París" de Pepe Cibrián y Ángel Mahler en el Luna Park. En cine trabajó en "Fantasmas en la noche" de Santiago Oves, "Cordero de Dios" de Lucía Cedrón, "Despabílate amor" de Eliseo Subiela y "El sueño de los héroes” de Sergio Renán. En tv trabajó en "Romeo y Julieta", "Locas de amor", "Jesús, El heredero", "Resistiré", "Los pensionados", "Son amores" y "22, El loco". Además es autor, director y productor de teatro, cine y televisión ("Cablín" Canal para niños, "Alta comedia" y "Son o se hacen?" de Canal 9, "Nico" Telefe, entre otros).

Esteban Pérez

En teatro trabajó junto a Antonio Gasalla en “Más respecto que soy tu madre”, y en otras obras en las tablas del Teatro Nacional Cervantes. En cine lo dirigió Alejandro Doria en la película “Las Manos”, y en televisión realizó papeles en “Lalola”, “Amas de casa desesperadas”, “Montecristo”, “Doble vida”, “Floricienta”, “Se dice amor”, “Malandras”, entre otras tiras.

Juana Viale

Debutó como actriz en “Costumbres Argentinas”. De allí en más participó de varios programas televisivos como “Doble vida”, “Los Roldán”, "Se dice amor" y “Mujeres Asesinas”, llegando a protagonizar la exitosa tira “Malparida”. Su último trabajo en cine fue en la película “Las Viudas de los Jueves” de Marcelo Piñeyro.

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*Gracias a Marie y Maricruz!